Hoy te traigo una entrada que llevaba tiempo queriendo hacer, y es relacionarte el arte y la ciencia (que es algo que todo el mundo tiene muy separado). Puede que te suene raro, y no te culpo, pero el arte tiene mucho de ciencia y la ciencia mucho de arte, y en este caso te quiero hablar de un color que cuando lo descubrí me fascinó: el azul klein.
Azul Klein |
Ahora es cuando me rebates que un color no se puede inventar o descubrir, porque es un trozo del espectro visible y eso no te lo puedo discutir, pero resulta que podemos trabajar con materiales para jugar con ese espectro de luz, de forma que cosas que inicialmente son parecidas o iguales, acaban por no serlo, y es lo que llevan haciendo los artistas mucho tiempo.
Klein, fue un pintor que quiso sacar un color, un azul distinto, y para ello se puso en contacto con un elaborador de pinturas (un químico dedicado al arte al fin y al cabo) para conseguir un resultado diferente a lo que había en el mercado hasta aquel entonces. Lo que obtuvieron fue algo muy guay, y esta invención, en el caso del azul klein no es el color en sí, puesto que solo es azul ultramar (un pigmento extraído del lapislázuli, una roca), sino el aglutinante.
¿Y qué es un aglutinante? Toda pintura tiene dos fases, el pigmento que es lo que le da color, y el aglutinante que le da textura. En el caso del azul klein, este aglutinante es el acetato de polivinilo (que es una forma muy rara de llamar a la cola). El caso, es que el azul klein es especial por eso, porque al mezclar su pigmento y el aglutinante obtenemos una pintura de aspecto... poroso, como aterciopelada, que era lo que Klein quería, un aspecto de pigmento seco.
Y te aseguro, que aunque parezca una chorrada, cuando estás frente a una obra de Klein, te das cuenta.
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