Los humanos como animal somos un poco una chusta (y yo bastante asocial), pero quiero decir, sobrevivimos porque hemos creado una ventaja al juntarnos en ciudades y desarrollar el intelecto, pero a otros niveles... nuestra visión está muy limitada, y de hecho la mayoría de humanos (entre los cuales me incluyo) tenemos la vista tocada, tampoco somos capaces de correr demasiado, de cazar con nuestro cuerpo.... y esto es en parte porque al vivir en sociedad, cuidamos a los individuos que están en desventaja (personas con discapacidades o problemas de cualquier tipo) que en cualquier otra especie serían abandonadas y por tanto sus genes no se transmitirían.
Pero los humanos hemos conseguido colonizar ambientes bastante extremos ¿¡Somos extremófilos!? por supuesto que no (ojalá), pero sí que podemos ver ciertas adaptaciones muy curiosas si nos ponemos a observar:
Como toda especie, tenemos un inicio, y según parece este inicio tuvo lugar en el África subsahariana (el fósil más antiguo que se ha datado hasta la fecha se encontró en Etiopía) y desde ahí hemos ido esparciéndonos por el mundo, lo que ha generado que dentro de la misma especie haya muchas variaciones:
¿Qué tipos de adaptaciones podemos ver? Pues podemos ver cosas como ciertas poblaciones de África e Indonesia con genes de resistencia a la Malaria, poblaciones del norte de Europa o del sur de África que tienen genes que les otorga poca pigmentación a la piel, o por ejemplo el hecho de tolerar la lactosa, es decir, de digerir la leche, es algo muy común en Europa y África pero no en otras poblaciones del resto del mundo.
El caso de la pigmentación de la piel es muy curioso (si no digo la palabra "curioso" una vez por artículo me quitan el blog), porque es una estrategia evolutiva sensacional. La piel clara está asociada con una mayor producción de vitamina D, pero a la vez es más vulnerable a la radiación solar y por ende más propensa a los cánceres de piel. Así que la humanidad se las ha ingeniado de forma que las personas que viven en el ecuador, la zona de máxima exposición de luz solar, tienen la piel más oscura para reducir su riesgo a alternaciones en la piel. Esto hace que su piel sea menos efectiva generando vitamina D, pero no pasa nada porque también están expuestos mucho más tiempo a esa radiación con lo que sus niveles son normales.
La gente de las zonas altas (Finlandia, Suecia...) tienen la piel más clara, lo que les es más útil para maximizar la posibilidad de generar vitamina D con la poca cantidad de luz que les llega. Además, como les llega tan poca radiación, no les es necesario tener esa protección extra que supone la pigmentación.
Hay muchas más adaptaciones y muchos más ambientes, lo cual, para una especie que apenas es capaz de sobrevivir alejada de sus congéneres, no está nada mal.
Referencias:
Fumagalli M, Pagani L. Genes humanos para ambientes extremos. Investigación y ciencia. Junio 2017; 489; 68-75.
Los genes juegan un papel muy importante |
El caso de la pigmentación de la piel es muy curioso (si no digo la palabra "curioso" una vez por artículo me quitan el blog), porque es una estrategia evolutiva sensacional. La piel clara está asociada con una mayor producción de vitamina D, pero a la vez es más vulnerable a la radiación solar y por ende más propensa a los cánceres de piel. Así que la humanidad se las ha ingeniado de forma que las personas que viven en el ecuador, la zona de máxima exposición de luz solar, tienen la piel más oscura para reducir su riesgo a alternaciones en la piel. Esto hace que su piel sea menos efectiva generando vitamina D, pero no pasa nada porque también están expuestos mucho más tiempo a esa radiación con lo que sus niveles son normales.
La gente de las zonas altas (Finlandia, Suecia...) tienen la piel más clara, lo que les es más útil para maximizar la posibilidad de generar vitamina D con la poca cantidad de luz que les llega. Además, como les llega tan poca radiación, no les es necesario tener esa protección extra que supone la pigmentación.
Hay muchas más adaptaciones y muchos más ambientes, lo cual, para una especie que apenas es capaz de sobrevivir alejada de sus congéneres, no está nada mal.
Referencias:
Fumagalli M, Pagani L. Genes humanos para ambientes extremos. Investigación y ciencia. Junio 2017; 489; 68-75.
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