Como buen animal estamos programados para la supervivencia, aunque sea en contra de nuestra voluntad. ¿Que por qué digo esto? Porque no puedes matarte dejando de respirar.
Admitamos que es una forma... curiosa de intentar suicidarse, pero ineficaz, básicamente porque la respiración es un proceso inconsciente, lo que significa que aunque está controlado por el cerebro no podemos hacerlo a voluntad (puedes respirar más o aguantar la respiración, pero antes o después acabarás respirando igual que lo hacías antes de comenzar a hacer el canelo).
Pulmones |
¿Por qué no puedo dejar de respirar y ya está? Pues básicamente, cuando no respiras (de forma voluntaria) estás ejerciendo un control voluntario. En tus pulmones comenzará a acumularse el CO2 proveniente del intercambio gaseoso que se da entre tus alvéolos y la sangre, y el oxígeno empezará a escasear, y como consecuencia, los niveles de oxígeno en tu cerebro (igual que en el resto de tu cuerpo) comenzarán a bajar. Esto acaba dando lugar a un desmayo, porque el cerebro activa su modo ahorro, priorizando las funciones que son autónomas (respiración, latidos del corazón...) por lo que vuelves a respirar de forma involuntaria.
Pero aún puedes escoger otra táctica: Respirar de más. Al hiperventilar lo que hacemos es aumentar mucho la concentración de oxígeno en los pulmones, lo que provoca que también nos mareemos. Todo esto tiene una lógica. Respirar de más conlleva que el oxígeno en sangre aumente, lo cual podemos creer que es bueno, pero en realidad no lo es tanto. El oxígeno en demasiada abundancia conlleva un problema oculto, y es que se dedica a trastocar el pH tanto sanguíneo como del resto del cuerpo en consecuencia. Esta situación se tiene que corregir rápidamente o el cuerpo tendrá un problema serio, ya que un cambio en el valor de pH del cuerpo es un cambio en cuanto a su acidez, esto es letal de forma sostenida (las proteínas se desensamblan, la funcionalidad de las células puede perderse, se alteran las distintas vías metabólicas... todo se torna un caos). Tú comenzarás a sentir entumecimiento de los miembros, espasmos y por último desmayo. Llegados a este punto tienes dos opciones:
1) Dejar que la persona se desmaye y ella sola restaure su propio ritmo ventilatorio.
2) No ser horrible y hacer algo antes de que se desmaye
Si escoges la opción número dos, lo único que tienes que hacer es lo típico que se ve en las pelis americanas de hacer respirar a la persona en una bolsa. ¿Pero de verdad esto sirve para algo? Pues aunque parece increíble sí. El hecho de que esa persona respire dentro de un sistema cerrado como es una bolsa provoca que al expirar exhale CO2 y ese CO2 quede retenido dentro de la bolsa, porque al inspirar otra vez cogerá parte de ese CO2, así, los niveles de CO2 en la bolsa irán aumentando de forma progresiva dentro de ella, y por consecuente, en sus pulmones cuando lo respire, restableciendo en el cuerpo el equilibrio que reinaba al principio.
De hecho, como truco para ganar tiempo en una inmersión: Si vas a estar un periodo relativamente largo de tiempo bajo el agua (o simplemente sin respirar) toma aire rápido dos o tres veces antes de dejar de respirar. Acumularás oxígeno de más, lo que prolongará un poco el tiempo que puedes estar sin respirar.
En vista de lo complicado que es mantener de forma adecuada el mantenimiento de ese medio litro de aire que movemos al respirar (unas 15 veces por minuto) al día, no está tan mal que seamos capaces de hacerlo de forma automática.
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